martes, 16 de agosto de 2011

LA POESÍA: HIJA DE LA NADA

Por Jairo Alberto Mejía Acevedo


 La palabra poética es revelación de nuestra condición original
porque por ella el hombre efectivamente se nombra otro,
y así él es, al mismo tiempo, este y aquél,
él mismo y el otro.
Octavio Paz, en El arco y la lira.
El camino más corto para llegar a nosotros mismos, es la poesía. Ella es canto y silencio, odio y amor… Pero ante todo es el yo universal del Hombre, luchando contra su propia nada y la del mundo. Sólo que si pudiéramos liberarnos de la nada, la poesía se iría con ella; entonces quedaríamos vacíos; sin alas para recrear la realidad que no queremos evitar aunque demostremos lo contrario. Por eso la poesía y la nada son fruto de nuestra soledad compartida. “El poeta revela al hombre creándolo. Entre nacer y morir hay nuestro existir, a lo largo del cual entrevemos que nuestra condición original, si es un desamparo y un abandono, también es la posibilidad de una conquista: la de nuestro propio ser.”[1]
Pero, ¿qué es poesía? “No se trata de saber qué dice este o aquel poema: la poesía no es un juicio ni una interpretación de la existencia humana. El surtidor del ritmo-imagen expresa simplemente lo que somos…””[2] Por eso, en toda obra poética, el tema es secundario: no es lo que dice sino cómo lo dice. Importa sólo la fuerza poética con que es recreado el tema; y esto sólo se logra mediante el adecuado uso de los recursos estético-literarios, en conjunto con la habilidad creativa y el conocimiento del idioma; porque donde no hay unidad, intensidad, circularidad, ritmo y movimiento, no hay poesía. Aquí no se trata de gustos académicos ni empíricos; menos de ser o no amigo del autor: se trata de ser o no ser poesía; pero desde el concepto universal de lo bello-estético.


[1] PAZ, Octavio. El arco y la lira. España, Círculo de Lectores, 1999, 356p., pp.185-186.
[2] Ibíd., p.179.