Por Jairo Alberto Mejía Acevedo
Un poema sin fuerza, se olvida. El verdadero poema adquiere su fuerza después de leído, no antes; cuando salimos a tomar el bus, y éste se va con nosotros, pegado, invasivo, y exigiendo más de nosotros, no por la temática, sino por el símbolo oculto que respira y transpira su fuerza literaria... Lo otro, es que muchos poemas utilizan demasiado blablablá para insistir en lo mismo; entonces, el poema se hace monótono... repetitivo... extenso... mamón... Incluso, si hacemos el ejercicio de fraccionar algunos poemas, descubrimos que los primeros seis, siete versos podrían ser, limpiamente, el poema, y que lo demás sobra.
Un requisito indispensable en la poesía, es la precisión...
Un error, y que gusta mucho a los jurados, es el discurso, la homilía, el blablablá, o, incluso, lo sin sentido, lo fácil; no la fuerza, el juego literario, la originalidad, el abordaje, la imagen, la sentencia... Lo oculto.
Sic